Hace unos días hicimos un repaso de esos científicos que aportaron su genialidad a ideas fantásticas que cambiaron el mundo, pero que también tenían un lado más bien "rarito". Esos "científicos locos" no lo estaban del todo, pero también hay sitio para los verdaderos científicos locos que utilizaron su intelecto para investigaciones dignas de relatos de terror o de ciencia ficción.
Así pues, tras el repaso a los científicos que no estaban del todo locos nos centramos ahora en esas otras personalidades del mundo de la ciencia que utilizaron esa excusa del avance humano para realizar experimentos peligrosos y discutibles desde todo tipo de prismas.
Giovanni Aldini
El científico italiano Giovanni Aldini (1762-1834) era sobrino de otro célebre científico, Luis Galvani (de él viene la palaba "galvanizar"), y pasó buena parte de su vida tratando de defender las ideas de su tío. Para lograrlo lo que hacía era conectar cuerpos sin vida de personas y animales a baterías para demostrar que la electricidad era la base de la vida.
Aldini hizo giras por Europa con miembros del cuerpo humano a los que proporcionaba descargas eléctricas y que hacía que éstos se convulsionaran, pero sus experimentos también llegaron a utilizarse en personas vivas, a las que pretendía curar de sus desórdenes mentales mediante la aplicación de corriente eléctrica en sus cabezas.
Harry Harlow
Como en otros casos, Harry Harlow (1905-1981) tenía un trasfondo honorable: este psicólogo americano era conocido por sus estudios sobre la importancia del amor y los cuidados en las relaciones. Y para demostrarlo, nada mejor que utilizar a monos y exponerlos a todo tipo de torturas, algo por lo que se le ha llamado "el Mengele de los monos".
Harlow aisló a los jóvenes monos de cualquier contacto biológico y torturó a miembros del grupo, además de situar a las madres en escenarios en los que el apareamiento era forzado en unos dispositivos que él bautizó como los "potros de la violación". Los pequeños monos eran por ejemplo sometidos a aislamiento total durante 24 meses, periodo tras el cual quedaban perturbados de forma severa.
Sidney Gottlieb
Sidney Gottlieb (1918-1999) fue un bioquímico y psiquiatra militar norteamericano que fue director de la división química de la CIA y que a su vez fue responsable de muchos de los experimentos de control mental que esta agencia de inteligencia estadounidense realizó en los años 1950s y 1960s.
Gottlieb trató de encontrar drogas capaces de hacer "reventar la psique humana hasta tal punto que ésta admitiera cualquier cosa". El famoso Proyecto MKULTRA englobaba todos esos esfuerzos, y por ejemplo sirvió como base para tratar de, entre otras cosas, envenenar a Fidel Castro a través de sus zapatos o llenar su estudio de televisión con LSD liquificado y esparcido con spray.
Robert J. White
El neurocirujano americano Robert Joseph White (1926-2010) fue responsable de 10.000 operaciones quirúrjicas y de más de 900 artículos en revistas sobre esa disciplina, y recibió diversos honores además de, entre otras cosas, ser consejero del Papa Juan Pablo II en temas de medicina ético.
Sin embargo sus experimentos también tuvieron un lado oscuro. Mucho. En 1962 White fue la primera persona en extraer el cerebro de un perro y en mantenerlo vivo fuera del cuerpo. Dos años más tarde iría más allá y transplantó el cerebro de un perro en el cuello de otro. Sin embargo fue en los años 70 donde sus experimentos fueron aún más singulares, y logró transplantar la cabeza de un mono en el cuerpo de otro. Los monos lograron vivir durante algunos días, pero todos ellos estaban paralizados de cuello para abajo.
Fritz Haber
En la foto tenéis a la persona responsable de la creación de la guerra química. Fritz Haber (1868-1934) dedicó buena parte de su carrera a crear armas químicas para la guerra, y siempre defendía sus métodos con la frase "la muerte es la muerte, cualquiera que sea el medio para inflingirla".
Curiosamente, este científico también debería haber entrado en nuestro anterior entrega, porque Haber logró ganar el premio Nobel por los avances en la creación de fertilizantes nitrogenados mucho más baratos de producir que en aquella época. Sin embargo el impacto de sus investigaciones en guerra química fueron especialmente peligrosos, y de hecho tras usarse por primer vez el gas cloro o Bertholita se cuenta que su mujer, Clara Immerwahr, se suicidó tras conocer el impacto que la creación de su marido había tenido en la I Guerra Mundial.
Shiro Ishii
El militar y microbiólogo japonés Shiro Ishii (1892-1959) fue responsable de la unidad de guerra biológica del ejército japonés, y básicamente tenía el poder de hacer a los prisioneros de guerra todo lo que se le antojase. La mayoría de sus investigaciones tuvieron como objetivo infectar a innumerables prisioneros de guerra para estudiar el efecto de todo tipo de enfermedades y de armas.
Entre los horrores perpetrados por Ishii estuvieron la disección de mujeres embarazadas previamente fecundadas por su equipo, las pruebas de granadas y lanzallamas en prisioneros humanos, o la eliminación y recolocación de miembros humanos en partes distintas a las que correspondían. Este militar fue sorprendentemente absuelto de sus crímenes por las Autoridades de Ocupación Americanas, y murió en su casa a los 67 años.
Johann Conrad Dippel
No pintaba demasiado bien la cosa para el alquimista y médico alemán Johann Conrad Dippel (1673-1734) cuando uno se entera de que nació en el Castillo Frankenstein. De hecho, algunos afirman que este científico fue el modelo que Mary Shelley acabó tomando para su novela Frankenstein, aunque dicha teoría ha sido muy controvertida y discutida.
Lo cierto es que este médico utilizó sus conocimientos para crear un animal hecho de huesos, sangre y otros productos de animales conocidos como el aceite empireumático o aceite de Dippel que era el equivalente del "elixir de la vida" de otros científicos. El objetivo, por lo que cuentan las crónicas, era tratar de transferir el alma de un cuerpo a otro. Curiosamente el descubrimiento de ese aceite animal acabó sirviendo para producir un tinte azul en los tejidos que se acabó conociendo como azul de Prusia, algo que hizo que Dippel y un socio fundaran una fábrica en París a comienzos del siglo XVIII.
Joseph Mengele
Es probablemente el más conocido de los científicos locos. Joseph Mengele (1911-1979), "el ángel de la muerte" (todesengel en alemán), fue un médico que trabajó como oficial de la SS alemana durante la II Guerra Mundial. Sus experimentos se realizaron en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, y tuvieron sobre todo como protagonistas a parejas de gemelos. Entre los experimentos con ellos estaban amputaciones de labios, o inoculaciones con tifus y otras enfermedades que luego pasaba a los hermanos a través de transfusiones para estudiar la evolución de las enfermedades.
La mayoría de operaciones que Mengele realizaba se hacían sin anestesia -por ejemplo, eliminar partes del estómago o el corazón de los prisioneros-. No había motivación científica para esos experimentos, y algunos de los supervivientes afirmaban que únicamente estaba haciendo uso del poder que el Reich le había concedido. Mengele formaba parte del equipo que seleccionaba a los presos y decidía quién vivía y quién acababa en las cámaras de gas. Mengele lograría huir a Argentina en 1949, y evitó ser detenido para acabar muriendo ahogado mientras nadaba en una playa brasileña en 1979. Nunca pagó por sus horrores.
Vladimir Demikhov
El cirujano ruso Vladimir Demikhov (1916-1998) fue un pionero en el transplante de órganos, pero sobre todo en transplantes sin aparente motivación científica real, como los perros de dos cabezas por los que pasaría a esa oscura parte de la historia de la ciencia.
Hay vídeos de varios de los experimentos más crueles y horrorosos de Demikhov, entre los cuales estaba el que demostraba cómo logró trasplantar la cabeza de un cachorro a un perro adulto, creando así "una criatura grotesca con dos cabezas", como contaron tras la demostración los periodistas del Daily Mail en 1954.
Andrew Ure
Como sucedía con Aldini, Andrew Ure (1778-1857) estaba convencido de que la electricidad era la clave para reanimar cuerpos humanos. A pesar de servir en el ejército como cirujano y labrarse una gran reputación como químico industrial, astrónomo y geólogo, pasó a la historia por otros logros mucho más discutibles.
Ure realizó experimentos en ese suministro de electricidad al cuerpo humano muerto, y por ejemplo utilizó el cuerpo sin vida de un asesino ejecutado y al que se le suministraba sangre, conectándole varios puntos de electricidad y electrificándolo hasta que se contorsionaba para el horror de la audiencia que observaba estas demostraciones.
Imágenes | Giovanni Aldini | Harry Harlow | Sidney Gottlieb | Robert J. White | Fritz Haber | Shiro Ishii | Johann Conrad Dippel | Joseph Mengele | Vladimir Demikhov | Andrew Ure
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La noticia Ojo, estos 10 científicos sí que eran peligrosos fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor.
Agradecemos a Javier Pastor
Fuente: http://bit.ly/1a8SV6e
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