El uso de dispositivos electrónicos no está permitido en ninguna fase de la lectura de este artículo.
La relación entre los dispositivos electrónicos y los aviones siempre ha sido muy controvertida. Desde que muchos tenemos conciencia, los dispositivos electrónicos han estado prohibidos o parcialmente prohibidos en los vuelos comerciales. O al menos eso nos indican las azafatas de vuelo cada vez que embarcamos en una aeronave, las cuales nos obligan a activar el modo avión y, por consiguiente, deshabilitar cualquier tipo de conectividad de nuestro dispositivo.
Pero, ¿es realmente peligroso utilizar un dispositivo electrónico sin el modo avión activado? La respuesta es no. Un no, obviamente, con matices.
Desactivar el modo avión no va a causar un accidente
Desde hace décadas nos han inculcado que utilizar un smartphone durante un vuelo o desactivar el modo avión va a causar que el avión entre en turbulencias, haga un loop de 270 grados y acabe teniendo un accidente. Pero, nada más lejos de la realidad, eso se ha demostrado como falso.
No hay más que comprobar que, con el paso de los años, los diversos organismos reguladores como EASA (European Aviation Safety Authority) o la Comisión Europea dieron vía libre a las aerolíneas para prestar servicios inalámbricos en sus vuelos. Primero se abrió la puerta al uso del móvil en un avión independientemente de la fase del vuelo y después se abrió la puerta al uso de redes inalámbricas durante los vuelos –basta ver que ya son muchos los vuelos que cuentan con conexión Wi-Fi.
Asimismo, diversas compañías pertenecientes al sector de las telecomunicaciones (desde fabricantes como Motorola hasta operadoras) también han afirmado en múltiples ocasiones que los teléfonos móviles no afectan al curso de un vuelo comercial. Ellos insisten en que esta prohibición es cosa del pasado y que las tecnologías actuales deberían incluso permitir la conexión de voz y datos sin mayor problema.
Tecnologías como las picocélulas, un sistema encargado de recoger todas las señales de los teléfonos móviles del avión, redirigirlas a un satélite y llevarlas a las estaciones base situadas en la tierra. Las antenas que forman estas picocélulas están situadas en las cabezas de los pasajeros, una distancia realmente corta, lo que permite que la señal entre el dispositivo y el sistema de picocélulas sea de muy poca intensidad, de forma que no se da pie a posibles interferencias con los sistemas de navegación y comunicación del propio avión.
Esta tecnología es empleada por compañías como AeroMobile, la cual ya trabaja con algunas aerolíneas como Delta o Virgin y ha procesado desde 2008 más de 800.000 llamadas (370.000 solo en 2014) y 27 millones de mensajes de texto. Todo ello sin ningún incidente y a lo largo de más de 500.000 vuelos operados por todo el mundo. Unas cifras que respaldan la viabilidad y seguridad de las llamadas y las transmisiones de datos en los vuelos.
Pero, a pesar de ello, algunas aerolíneas y organismos reguladores siguen mostrándose recelosos respecto a este debate. Estos llevan el debate más allá de la seguridad “técnica” del vuelo. Se habla de la molestia que puede suponer a otros pasajeros la realización de llamadas durante un vuelo, pudiendo causar incluso enfrentamientos en un caso extremo.
Respecto a ese debate, la compañía AeroMobile afirma que solo el 20% de sus operaciones en vuelos correspondían a llamadas de voz. Además, la media de estas se situaba en menos de dos minutos, un tiempo insignificante considerando la duración total del vuelo. No obstante, si eso no logra convencer a las aerolíneas y a los organismos, el sistema de AeroMobile basado en picocélulas se puede desactivar en cualquier momento para evitar interferencias o para solventar incidentes entre los pasajeros –algo muy temido pero que, según diversos estudios, nunca ha ocurrido en vuelos con este sistema–.
Pero la pregunta que muchos se harán es qué ocurre con aquellos vuelos que no cuenten con el sistema de picocélulas (o similares). ¿Es seguro desactivar el modo avión en ellos? Sí. Y es que al alcanzar una altitud determinada, nuestro terminal no va a conseguir establecer una conexión ni con redes Wi-Fi ni con redes de datos, por lo que será imposible completar una relación emisión-recepción de ondas que pueda perjudicar al funcionamiento normal del avión. Tan solo durante el aterrizaje y durante el despegue podría mantener una conexión de este tipo –teniendo en cuenta la proximidad a las antenas terrestres–, e incluso en ese caso sería relativamente complejo llegar a causar interferencias con los sistemas de comunicación y navegación del propio avión.
De todas formas, salvo que contemos con un sistema de picocélulas en nuestro vuelo, desactivar el modo avión puede resultar absurdo considerando que no podremos establecer ningún tipo de conexión desde el cielo –salvo conexiones Bluetooth, las cuales sí están permitidas–. Además, aumentará el consumo de batería y podría traernos problemas si las azafatas o los azafatos de vuelo nos descubren. Así pues, aunque es posible mantener desactivado el modo avión durante el vuelo sin causar ningún incidente, lo ideal es continuar cumpliendo las normativas y no tentar a la suerte.
Agradecemos a Nicolás Rivera
Fuente: http://bit.ly/1l2tCZH
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